en la veleidad de los cielos que mientras
muere comienza arrugarse sonriendo a
horizonte que se cierra hasta transformarse
en frío báratro de lo profundo, ruedo lento
alimentándome del prieto paisaje
ronca la altura ilumina sus garras que hace
vibrar el valle con la ira natural despojándose
de las dispersas cortinas pesadas que apagan
los colores en gris lienzo sus rugidos anunciada
todos están, pero no hay nadie
egida fuerza se desarma lisa paz apagada
camino aplomado mirando los colores lavados
del cuadro intemperie
el portal del cementerio se ilumina
su silencio me arropa y me engulle
y en la contemplación
la vida de la noche nace en baladas
festejando en sus escondites la calma llegada