Diosa vestida a oro refrescante,
desde la superficie mundana,
hasta el cielo de la imaginación
a tono con la muralla gris que refleja
el dorado de copas a medio terminar
ocio oropel de cristales
que se hacen añicos
y…
la melodía dulce… que me lleva
como un fantasma flameando
hacia las sombras del infinito
elevándome entre góticas
mariposas caníbales que devoran
mi cuerpo hasta que la muerte es
inquietante y orgásmica
en esa brisa... cuando los perfectos
caminos se entrecruzan
ocultando el abismo infierno del placer
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