La ventana abierta permite
que la brisa juegue con las cortinas
haciéndolas bailar fantasmalmente
en un vaivén abanicando el sofá
donde la solitaria mujer acurrucada
y pensativa, mira hacia ningún lado
clandestino y oscuro
en ese gentil viento que
la envuelve, me cuelo entre
las sombras acariciando su piel,
irresponsable y atrevido,
metiéndome en su liviana vestimenta
provocándole sensaciones de placer en
sus pechos, que lentamente se convierten
en un rico calor interno que baja hasta
su entrepierna
embriagándome con su aliento
de deseos, me hace transformar
en mil demonios, como pequeños
pecados profanando su templo,
entregándome esos flashes que
estallan dentro de Ella haciendo
latir su Mundo de fantasías
su cuerpo en arco, nada en la
profundidad de lo divino,
sintiéndose viva y libre,
gimiendo y disfrutando de su falsa soledad,
temblorosa, afiebrada... orgásmica
mientras como un sátiro vampiro,
comienzo a beber de la herida abierta,
saciándome de la necesidad de su alma,
en cada gota que libera alimentando
mi paisaje lascivo
invisible, sin testigos,
solo yo sé que esa lujuria fue mía
porque en mis abismos,
no existen recuerdos
se pierden siempre…
confundidos detrás de
los negros espejos pecaminosos
donde la luz no existe
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