entre la espada y la pared
ni avanzar, ni retroceder,
no se puede volar,
los costados me llevan
a extremos
debo pagar el tributo
al reino de los silencios,
sin importar cuanto
queme el roce de la pared,
sin importar la herida
que deja la espada en el pecho,
desciendo a mis noches
la veleidad de la superficie se pierde,
me alejo del trafago superficial,
me hundo en la brea,
no se ve, no se oye
la densidad juega con mis cabellos,
buceando en la oscuridad que me abraza
los miedos y la seguridad… ya no están,
solo un mi sostenido acompañado
por el ritmo de mi corazón
el imperio de mis abismos,
donde la vida y la muerte…
no existen
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