vehemente e inmóvil abrazo que agita
hasta la necesidad desesperante
de saltar entre infiernos
volar como ángeles, caer como demonios
dejándose quemar por la brisa,
hasta que el oxigeno desaparece
en la muerte de la misma muerte
aire lascivo de vida a ciegas,
donde la energía se potencia
en la oscuridad del alivio,
activando el instinto divino
de manos leyendo el deseo tormentoso
de la naturaleza llamando al placer,
en depravado juego de exploración
primitivos y salvajes profanando
la carne caliente bebiendo del templo
cada gota de sal hasta entregar el alma
en cada espasmo, que es una puñalada
al cuerpo mirando a los cielos y muriendo
la satisfacción, la calma
y la sonrisa gozadora
en sus rostros orgásmicos,
que comenzó simplemente...
sellando sus labios
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